Entendemos como marca, un nombre o símbolo que identifica a una empresa, un producto, un servicio o una persona, sin embargo muchas veces somos ajenos a lo que realmente los consumidores entienden como marca y, para éstos, la marca va más allá de la materialidad del producto.
En la última década, las compañías han direccionado sus esfuerzos en el branding, entendiendo este concepto como una estrategia de negocio que tiene como objetivo convertir las marcas en íconos culturales a través de nexos emocionales que puedan llegar a incidir en el pensamiento y actitudes de los consumidores, específicamente en su comportamiento de compra. Este objetivo es muy claro si lo analizamos bajo la premisa de que para las personas es fácil adquirir un producto, ya que es un proceso racional, sin embargo, al momento de elegir una marca, se convierte en un proceso emocional y es precisamente a este punto al que se dirige el branding, a crear asociaciones positivas de marca que establezcan un vínculo emocional con el consumidor a fin de impulsar la recordación de la misma, promoviendo una percepción de satisfacción emocional en él.

El branding responde a preguntas como: ¿Por qué American Express y no Master Card?, ¿por qué Toyota y no Renault?, ¿por qué converse y no Adidas? y la respuesta es sencilla: La percepción.
